Desde la Administración Pública, instituciones y alguna que otra gran empresa con fuerte identidad corporativa se está exhortando al ciudadano a que “emprenda”, a que se convierta en empresario. A mi parecer se está haciendo de una manera “naïf”, sin apelar a la responsabilidad que conlleva semejante decisión. Por otro lado, la promoción del emprendimiento sería muy positiva si respondiera al reconocimiento – por fin – de la aportación social de los empresarios (pequeños y grandes, autónomos y profesionales) como creadores de valor, de tejido económico, de trabajo y de riqueza. De promoción de la sociedad en su conjunto. Pero me temo que no es así. Sigue leyendo