Es sabido que conviene tener cierta visión de nuestro futuro. Dicha “visión” consiste en una imagen genérica de aquello que queremos ser, lograr y obtener de nuestra trayectoria personal y profesional. Esta meta genérica y a largo plazo debe ser fuente de positividad y automotivación para luchar por aquello que deseamos, y que resultará del logro de los objetivos concretos que nos propongamos. Si lo hacemos bien y tenemos algo de suerte, la justa, podremos convertir en realidad nuestras aspiraciones y así alcanzar esa plenitud de vida que algunos llaman “autorrealización” y – otros muchos – “felicidad”.
Desgraciadamente, los seres humanos distamos de la perfección. En ocasiones dejamos de distinguir si nuestras convicciones resultan de la realidad, si derivan de Sigue leyendo